El runrún en numerosos círculos económicos durante los últimos meses ha llegado por fin al público mayoritario: España puede empezar a ser optimista. Con la prima de riesgo estabilizada desde hace meses, las exportaciones marcando un máximo tras otro, alcanzado por fin el mítico superávit comercial, la confianza en la economía española, tanto aquí como en el exterior, parece estar, por fin, repuntando.
Algunas referencias:
- La misma Comisión Europea ha sacado a España del grupo de países con desequilibrios excesivos (fuente: El País). Pero advierte que su discurso no es «tan complaciente como el del gobierno español». Aunque algunos indicadores han mejorado sensiblemente, otros siguen con cifras muy malas.
- El FMI reconoce el cambio de tendencia en la economía española (fuente: Europa Press). Las medidas tomadas en los ámbitos fiscal, financiero y laboral, han permitido un incipiente repunte en los datos macroeconómicos y de empleo, aunque la recuperación todavía quede muy lejana.
- Morgan Stanley mejora sus pronósticos para España (fuente: Expansión). Duplica casi su proyección de crecimiento para 2014 (de 0,6% al 1%) y eleva tres décimas la de 2015 (1,5%). Este ritmo de crecimiento superaría al de la mayoría de los países de la zona euro.
- BBVA espera un crecimiento español del 0,9% en 2014 y del 1,9% en 2015, con creación sostenida de empleo (fuente: Cinco Días).
- El FMI tiene unas previsiones de crecimiento mundial (fuente: ICEX) ligeramente más altas para 2014 (3,7%) y para 2015 (3,9%), gracias a la incipiente recuperación de las economías avanzadas. Sin embargo, el propio organismo advierte de la fragilidad del crecimiento actual.
- El crecimiento de las empresas españolas en el exterior continúa sin descanso, y en algunos grandes proyectos de enorme visibilidad y prestigio internacional, como por ejemplo en infraestructuras (fuente: La Voz de Galicia).
Hasta aquí las cifras de la macroeconomía. La pregunta que nos deberíamos hacer, a continuación, es: ¿se traduce todo esto en un mejor comportamiento de la economía real, a nivel de pequeñas empresas y trabajadores? ¿Existe un mecanismo de transmisión operativo que haga llegar el progreso en las grandes estadísticas a los bolsillos de los ciudadanos, profesionales, emprendedores? Aparentemente, muchos empresarios están percibiendo estas mejoras: la encuestra trimestral de PwC muestra un creciente optimismo (fuente: Cinco Días) entre los empresarios, incluyendo en la faceta laboral y de contrataciones.
Sin embargo, yo creo que la respuesta a esa cuestión (si habrá una mejora práctica y real para pequeñas empresas y profesionales) es algo que sólo podremos empezar a ver en el medio plazo. Hasta entonces, creo que es mejor ser prudente y no dejarse llevar por entusiasmos prematuros (fuente: RTVE): que las empresas que puedan sigan manteniendo un crecimiento sostenido y racional, sin lanzarse a aventuras apalancadas. Hay numerosos factores de riesgo en el horizonte:
- La posible recesión de Brasil (fuente: El País).
- La crisis de inflación en Venezuela que está llevando el país a un grave deterioro de su economía (fuente: CNN).
- Otra crisis inflacionaria en Argentina (fuente: El País).
- Una posible burbuja financiera en Estados Unidos (fuente: RT).
- Tensión monetaria en Turquía (fuente: CNN).
- Estancamiento continuado en Japón (fuente: Reuters).
- La impredecible situación de Rusia y Ucrania.
- Por no mencionar los factores de riesgo locales de España (fuente: ABC).
No es la primera vez que los cantos de sirena de una inminente recuperación (refiriéndose, por ejemplo, a los inversores internacionales en el sector inmobiliario) han resultado precipitados (fuente: 20 Minutos). Producto, servicio y racionalidad deben ser las prioridades de las empresas, y no confundirse con lo que significa la palabra «recuperación»: los tiempos de la burbuja, afortunadamente, nunca volverán.